domingo, 25 de abril de 2021

Las Venas Abiertas de América Latina

 

Las Venas Abiertas de América Latina

      Desde el comienzo, la obra de Eduardo Galeano, las Venas Abiertas de América Latina, denota una crudeza y realismo visceral, dejando al lector a la expectativa de un derramamiento desmesurado de sangre, que en cierto punto lo es para el pueblo latinoamericano.

     Esta obra ha obtenido un enorme impacto, como lo expresa Vara (2015), al día de hoy las venas abiertas representan un recordatorio y un manual de historia alternativa para las nuevas generaciones que protestan y reclaman cambios. En este sentido, no es sorprendente que líderes políticos representantes de los nuevos gobiernos progresistas, como Hugo Chávez y Néstor Kirchner, entre otros, hayan citado este libro y recurrido a este contra discurso en algunas de sus discursos. Y que en algunos de los innumerables conflictos ambientales en América Latina se oigan consignas que reclaman: “No al saqueo contaminante”, “El agua vale más que el oro”, “Nos venden espejitos de colores”, “No al saqueo, no a la contaminación, sí a la vida, no al imperialismo”, “Vienen por el oro, vienen por todo”, “Memoria del saqueo”.

      Este libro, guía a la reflexión crítica desde un punto de vista social y político, que permite el planteamiento la realidad de América Latina como una moneda, por un lado, se observa la incesante explotación de Latinoamérica y por otro la actitud de rebeldía.

      Al comenzar la obra, lo primero que se presenta en la llegada de los europeos a territorio americano o el “Nuevo mundo como lo llaman actualmente”, esto implico varios cambios para ambos bandos, por una parte, se etiqueto de “perdedores” a los nativos frente a los llamados conquistadores o “ganadores”.

      Pero que fue lo que perdió primero América Latina con la llegada de los colonos, es fácil, pero que resulta inherente para cualquier tierra, su identidad, cuando Cristóbal Colon llego en el año de 1492, no tenía nombre. América entonces fue presentada como “la tierra sin nombre” y por tanto la tierra de nadie, al principio no fue siquiera reconocida como otro continente sino como una isla. Es decir, era considerada menor a los 3 continentes del viejo mundo: Europa, Asia y África.

      Permitiendo así una discriminación atroz desde su entrada al escenario mundial, siendo vista como una isla perteneciente al continente europeo. Al llegar a tierra americana los españoles, encontraron un entorno natural rebosante, lleno de gente mansa y hermosa que los dejó anonadados, y fue entonces el comienzo de una serie de engaños a los nativos, avasallándolos con baratijas, sin embargo, todos estos obsequios a los originarios conllevaban la seducción para obtener algo mucho más valioso, la información. Desde el momento de su llegada Cristóbal Colón observaba como el oro estaba presente como ornamentos. Y como un miembro del Viejo mundo entendía que el este recurso significaba poder individual y riquezas. 

     Dentro de este contexto, se sitúa la primera parte del libro que bajo el título “La pobreza del hombre como resultado de la riqueza de la tierra” que nos permite adentrarnos en la perspectiva colonial durante el cual las riquezas mineras de las tierras latinoamericanas fueron aprovechadas y explotadas, lo que permitió el nacimiento de nuevos centros urbanos a lo largo de la región. Pero sin olvidarse o dejar de lado a las principales víctimas de esta fiebre quienes en un principio consideraban la llegada de estos extranjeros como una venganza de sus dioses, a las cuales se refiere como:

“desterrados en su propia tierra, condenados al éxodo eterno, los indígenas de América Latina fueron empujados hacia las zonas más pobres, las montañas áridas o el fondo de los desiertos, a medida que se extendía la frontera de la civilización dominante. […] donde el alimento de las minorías se convierte en el hambre de las mayorías”. (Galeano, 1972, p. 69- 89).

      Como plantea Galeano (2015), cuenta el almirante en su diario de navegación que se mantenía alerta y trabajaba en averiguar de dónde venía el oro y mediante señas, se podía entender que al sur. Tras lo cual se organizaron expediciones de conquistadores a las zonas central y sur del continente, y contra todo pronóstico por su parte, lo que encontraron fue inmensas poblaciones y grandes ciudades con vistosas edificaciones y templos

     Era evidente que se hacía referencia a las ciudades ricas en oro y otros minerales del imperio Inca y atraídos por estos y motivados por la ambición, movilizaron años después las expediciones de conquista con las cuales se invadirían las tierras de América Central y Sudamérica y según lo narrado por los cronistas, fue en ese momento que comenzaron las tretas por parte de los europeos, realizando trueques desproporcionados, cambiando baratijas por oro, plata, platino, perlas y demás piedras preciosas.

       Esta reciente y descarriada ambición de la burguesía europea provocó el agotamiento de los recursos mineros de toda Latinoamérica, haciendo caer las principales ciudades mineras lo que comenzó en la ciudad de Potosí como se relata “Para arrancar la plata de América, se dieron cita en Potosí los capitanes y los ascetas, los caballeros de lidia y los apóstoles, los soldados y los frailes” (Galeano, 2015, p.38). En ese entonces la espada y la Biblia caminaban juntas convirtiendo todo este depósito de plata, en lingotes que alimentarían el desarrollo de Europa. Lo que llevaría que “mediados del siglo XVII la plata abarcase más del 99 por ciento de las exportaciones minerales de la América hispánica” (Hamilton, 2013, p. 73)

       Entre otras las minas como Zacatecas, Guanajuato y Ouro Preto fueron fervientemente explotadas, reestructurando las necesidades de la economía europea al mutar su modelo económico en primario exportador, con el objetivo de recaudar nuevos ingresos. Como lo describió Karl Marx (2000), desde el descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales: son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista. Estos procesos representan otros tantos factores fundamentales en el movimiento de la acumulación originaria.

     Además, otros productos alimenticios como el azúcar, el algodón, el café y el cacao dejaron de ser fuentes primarias y se convirtieron productos económicos de suma importancia, convirtiéndose en armas de doble filo, pues al mismo tiempo que hacían crecer las economías europeas, y en menor medida las latinoamericanas, provocaban un desgaste del suelo y propiciando la concentración del monocultivo que se sirve para denotar el turbio futuro que les esperaba a las naciones americanas.

      No obstante, todos estos recursos no eran arrancados del suelo latinoamericano únicamente por la mano de los dirigentes, sino también por las manos de las corporaciones empresariales. De éstas destacó el “liderazgo” estadunidense, se preparó para lanzarse a los países latinoamericanos que luchaban por su estabilidad económica y cuando aún buscaban aquella luz colonial que algún día les perteneció.

     En la segunda parte del libro, Eduardo Galeano se centra principalmente en la vida económica de los países latinoamericanos después de los fallidos proyectos de desarrollo. El proteccionismo entendido por Steinberg Wechsler (2006), como un enfoque que sostiene que la política comercial viene determinada por el comportamiento competitivo de distintos grupos sociales en el interior de los estados como respuesta a cambios en la economía mundial, como una de las medidas necesarias para asegurar un camino exitoso dentro del comercio internacional, pero es rápidamente sofocado por el capital imperialista, engendrado por el sistema agroexportador, y por la crisis del comercio exterior. Las grandes empresas comienzan la invasión y conquista de los territorios latinoamericanos: la mano de obra barata y la materia prima son los principales objetivos de esta temible campaña del capital imperialista, lo que se relata en los últimos capítulos de esta segunda parte, en la que se recortan aquellas verdades atroces de la realidad latinoamericana y comienza a estructurarse el disfraz utilizado por el capital imperialista. De lo anterior surge la pregunta: ¿qué lugar toma el Estado dentro de este imperialismo?

     Aquí el autor nos describe como claramente el debilitamiento del Estado a través de las actividades de los sectores empresariales extranjeros alrededor de toda la región, conlleva un proceso gradual de desnacionalización de empresas que comenzará a extenderse como una plaga a lo largo de los territorios latinoamericanos, apoderándose de los procesos de industrialización y controlando los mercados internos. Dentro de este turbulento capitalismo la crítica del autor recae en el apoyo que el Fondo Monetario Internacional (FMI) dio a aquellas empresas extranjeras para establecerse en la región, siendo éste manejado por Estados Unidos y sirviendo como un disfraz tras los reales objetivos estadunidenses, el despojo de las tierras latinoamericanas. Es por ello que Galeano afirma que:

“América Latina continúa exportando su desocupación y su miseria: las materias primas que el mercado mundial necesita y de cuya venta depende la economía de la región y ciertos productos industriales elaborados, con mano de obra barata, por filiales de las corporaciones multinacionales. El intercambio desigual funciona como siempre: los salarios de hambre de América Latina contribuyen a financiar los altos salarios de Estados Unidos y Europa” (Galeano, 2015, p. 269).

      En conclusión, a lo largo de toda la obra existe una representación de víctima y victimario, donde los pobladores de las tierras latinoamericanas siempre han sido las víctimas y los victimarios han sido aquellos sujetos ajenos a esta tierra con un hambre voraz de riqueza. Al presentar este tipo de relación, Galeano también enmarca las verdades en dos vertientes distintas: por un lado, empapa la verdad con satirizándola levemente y en otras más directas en contra de los victimarios resaltando el disfraz que se utiliza para concretar el despojo de la región; por otra parte, adorna la verdad con dramatismo o adjetivos resonantes dirigidos a las víctimas, como si tratase de resonar ese reclamo social con el lector. Estos adornos adjudicados a la verdad dentro su obra crea en el lector una conciencia sobre al proceso histórico de lo que ha sufrido Latinoamérica, haciéndole entender las causas y consecuencias del mismo proceso histórico. A pesar de ser un libro publicado ya hace bastante tiempo, sigue siendo de gran utilidad para poder entender la construcción del presente de América Latina, al igual que la relación entre victimario y víctima, reinante aún en el presente latinoamericano.

Bibliografía:

Galeano, E. (2015). Las Venas Abiertas de América Latina (Siglo xxi, Vol. 39, Issue 2).

Hamilton, E. (2013). American Treasure and the Price Revolution in Spain, 1501-1650. Cambridge, MA and London, England: Harvard University.

         https://doi.org/10.4159/harvard.9780674332157

Marx, K. (2000). El capital. Tomo 1. Vol III (Vol. 3). Siglo XXI.

Steinberg Wechsler, F. (2006). La economía política del proteccionismo. Cuadernos de Economía (Barcelona), 29(80), 65–95.

Vara, A. M. (2015). Las venas abiertas de América Latina: emblema del discurso antiimperialista. antiimperialista en América Latina, 89.

 

 

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