Epistemología
del Sur
Es este tema el que atraviesa el
conjunto de la obra; sin embargo, es correcto advertir que desde el inicio el
autor ha dejado claro que su intento por construir una epistemología del sur
pasa por la consideración de que el mundo en el que nos encontramos está en
medio de relaciones de poder tanto coloniales como capitalistas. Es esta doble
consideración lo que lo distinguiría de posturas como el posmodernismo, pero
también del poscolonialismo, que sostienen un diagnostico similar con respecto
al pensamiento científico y con quienes debate intensamente.
El agrupamiento de los textos no es
casual, pues inicia con un diagnóstico de lo que considera la crisis del saber
occidental. Critica al paradigma científico dominante al que considera
excluyente y totalitario, que se basa en la cuantificación, cuya ventaja de este
paradigma dominante, localizado geográficamente en la Europa Occidental y en el
mundo anglosajón, encontraría su sustento en una serie de dicotomías, todas
insalvables. Algunas de ellas son: la escisión entre sujeto y objeto, las
oposiciones entre naturaleza y ser humano, civilización y barbarie, mente y
materia, colectivo e individuo. Es por
eso que frente a esta crisis se plantea el nuevo paradigma emergente
o, como él lo nombra, el "conocimiento prudente para una vida
decente" (p. 40). El mismo que, plantea cuatro principios orientadores de
este nuevo modelo que identifica y se concreta en la superación de las
dicotomías abismales producidas por la lógica de la ciencia moderna:
1)
entre las ciencias sociales y las ciencias naturales,
2)
entre el conocimiento local y el conocimiento total,
3)
entre el sujeto y el objeto de conocimiento, y finalmente
4)
entre el conocimiento científico y el sentido común
Para Sousa, no solo el paradigma
positivista, sino también sus criticas europeas fenomenología, marxismo abrevan
de alguna de estas posiciones dicotómicas. Este modelo de organización del
saber científico repercute en cómo se ha ordenado la forma primordial de su
transmisión: el saber universitario. La forma en que el paradigma opera dentro
de la institución universitaria también se ve una marcada por estas dicotomías,
siendo la división disciplinaria su máxima expresión. Aquí la dicotomía opera entre
ciencias naturales y ciencias sociales, con dominio de las primeras. Esta forma
de organizar el saber universitario ha devenido en una reflexión cuya base es
el pensamiento disciplinado, que establece fronteras infranqueables entre una y
otra forma de entender la realidad. Además de esto, el paradigma científico
dominante tendría como base un verdadero epistemicidio esto es, su carácter de
hegemónico no sería otra cosa que el resultado de la destrucción de formas
diversas del conocimiento. Las alternativas epistemológicas producto de la
diversidad del mundo estarían cerradas si no cumplen con los cánones de
verificación del paradigma dominante. El resultado es una apuesta constante por
un futuro mejor -el progreso- dentro de una totalidad cerrada -organizada y
jerarquizada de antemano- con una visión lineal del tiempo.
Para Sousa nos encontramos en un
momento de transición paradigmática, donde las oportunidades están abiertas
para construir otro tipo de racionalidad científica. Esa es su apuesta cuando
había de una epistemología construida desde el sur. El camino que nos propone
es eliminar la vieja división entre ciencias naturales y sociales, para allanar
el camino hacia "un conocimiento prudente para una vida decente" (p.
40).
Se trataría de construir lo que él
llama una sociología de las ausencias basada en las alternativas de
conocimiento que nunca llegaron a ocurrir, o en todos esos silencios o
aspiraciones que el paradigma dominante ha prohibido por considerarlos como
magia, superstición, o simples creencias, etc. Dicha forma de sociología
requiere una epistemología de las ausencias cuya tarea central sea expandir el
concepto de realidad. Aquí la referencia a Ernst Bloch es obligada: la realidad
es más que el dato factico, es también lo imaginado y lo emergente. Con una
epistemología de este tipo nos movemos no solo en el nivel del logos, sino
también en el mito. La función de la sociología de las ausencias seria expandir
el concepto de realidad, centrándose en el presente antes que, en el futuro, de
tal manera que pueda ser trastornar la visión lineal y progresiva del tiempo.
La epistemología de las ausencias vendría también a transformar nuestros
conceptos tradiciones de saber e ignorancia, pues, dice Sousa, el saber y la
ignorancia no son absolutos, sino que se trata de un saber y una ignorancia con
respecto a algo particular.
Para traer al debate todos esos
saberes ignorados u olvidados es necesario que se establezca un dialogo
(pragmático) entre las diversas formas de validación de los conocimientos. No
se trata de igualar todas las formas del saber al conocimiento científico, sino
de ser flexibles en las formas de validez de estos. Quizá para ciertos
espacios-tiempos muy concretos sea más relevante un tipo de conocimiento
enraizado en lo local, en lo histórico e incluso en lo moral; por tanto, su
mecanismo de validación no tiene que responder necesariamente a los de la
ciencia dominante. Lo importante para Sousa, entonces, a partir de estas nuevas
formas de concebir y hacer operativo el conocimiento, es asediar de diversas
formas a la totalidad. Dicha totalidad no se ha totalizado y nunca lo hará.
Siempre será una totalidad abierta y la intención del conocimiento será
asediarla sabiendo sus propios límites.
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